Poul Andrias anda con su cesta de plástico y un afilado cuchillo hacia la costa. Salta de roca en roca, algunas se mueven y de vez en cuando pierde el equilibro. Entonces extiende los brazos, arriba y abajo, para no caer. Ya ha tropezados varias veces.

—No me he puesto los zapatos apropiados.

Se dirige a una zona frontera entre tierra y mar, justo donde empieza a haber agua —casi encharcada— y se extiende una inmensa alfombra de algas ocre. En estos doscientos metros entre Koks, el restaurante que dirige Poul Andrias, y la costa, el chef encuentra los ingredientes básicos que componen sus platos. Ahora está concentrado con las algas... Se nota, porque habla con puntos suspensivos y hace unas tres pausas por frase. Pronto se explica:

—Básicamente estoy buscando… estas cositas pequeñas —se detiene y muestra una especie de raíz de alga, marrón oscura y finita, enredada, y húmeda—. Son como racimos de algas. Lo secamos y tiene un aroma a trufa.

Aclara que ahora no lo ti...


Este contenido es sólo para suscriptores.

Consulta aquí las suscripciones que te permiten acompañarnos en este viaje.

Si ya eres suscriptor, accede indicando tu usuario y contraseña aquí debajo.