Singuilican, Hidalgo. Nunca pensé que nuestra primera vez sería al pie de una carretera, rodeados de los magueyes y montañas que nos recuerdan esos paisajes del pintor mexicano José María Velasco estudiados en la secundaria. A un lado de la carretera 132 México-Tuxpan, a unos cien kilómetros al Noreste de la Ciudad de México, probamos por primera vez unas larvas de hormiga llamadas «escamoles» y unos gusanos rojos de unos cinco centímetros de largo conocidos aquí como «chinicuiles», que viven cerca de los magueyes de esta región del estado de Hidalgo.
«¿Cómo se llama la ciencia que estudia estos bichos? Qué más da. Cuando uno está dispuesto a comer insectos», le digo a Pepe —mi compañero en este recorrido—mientras salimos de la capital mexicana y nos enfilamos rumbo a tierras hidalguenses, «da igual saber el nombre científico de los seres que pusieron los huevecillos que te comerás en variadas presentaciones gastronómicas».
«Como en el caso de las vísceras», insisto pensando en...


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