Entre la ballena blanca de Herman Melville que recorre los mares y la balsa de Mark Twain que baja por el Mississippi, Bolaño enlazó su proyecto literario con las tradiciones norteamericanas, proyectando una idea de los desiertos y paisajes americanos que llamaba a todo el continente, guiado por figuras visionarias como Kerouac e imágenes como las del pintor surrealista Joan Miró.

After nine days I let the horse run free
Cause the desert had turned to sea...
The ocean is a desert with it's life underground
And a perfect disguise above.
A Horse With No Name,
America
«Todos los Americanos, en un momento u otro, buscamos el desierto —escribe Roberto Bolaño en uno de sus cuadernos de trabajo color azul eléctrico—, es la imagen más verdadera de este continente. El espacio deshabitado, la nada, el espejo que nos devolvería nuestra imagen real.» Y en su ensayo, la introducción a una edición de Las aventuras de Huckleberry Finn, «Nuestro guía en el desfiladero», plantea que todos ...


Este contenido es sólo para suscriptores.

Consulta aquí las suscripciones que te permiten acompañarnos en este viaje.

Si ya eres suscriptor, accede indicando tu usuario y contraseña aquí debajo.