Es probable que contemos con la persona que más se acerca al explorador Alexander von Humboldt en esa capacidad para caminar y observar el entorno desde la fascinación más absoluta. Ander Izagirre decidió revisar sobre el terreno las excursiones que el geógrafo berlinés realizó en la isla de Tenerife en 1799, para ofrecernos una crónica a pie que va desde Puerto de la Cruz hasta la cima del Teide.  

Era sencillo hacer feliz a Alexander von Humboldt. El 16 de junio de 1799, en cuanto pisó el islote canario de La Graciosa, vio líquenes adheridos a unas rocas basálticas, se agachó a observarlos y se emocionó como un niño. Los anotó, los describió, y como acababa de dar sus primeros pasos en un territorio volcánico, se puso a fantasear con «la remota época en que los volcanes submarinos dieron origen a nuevas islas». Tres días después, al desembarcar en Santa Cruz de Tenerife, vio unas casas destartaladas y también le parecieron maravillosas: «Un botánico no debe quejarse de la vetu...


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